Además
de la violencia entre iguales, en los institutos de Educación Secundaria existe
una gran conflictividad en el aula que afecta muy negativamente no solo al
proceso de enseñanza-aprendizaje, sino también al profesorado, y esa
conflictividad que llega a alcanzar cotas de la violencia real.
Durante
las clases a alumnos/as de ESO (especialmente en los tres primeros cursos), se
hace tremendamente difícil realizar algo riguroso, porque hay conflicto,
tensión y descontrol, quedando con estas tres palabras perfectamente definida
la situación de la Educación Secundaria. Y la situación, lejos de mejorar, va
empeorando respecto a los cursos anteriores. Los innumerables comportamientos
disruptivos que varios alumnos presentan durante las clases provocan violencia
verbal, psicológica e incluso física, y ello es vivido frecuentemente con
enorme disgusto y ansiedad por los profesores, quienes en casos extremos llegan
a sufrir la total destrucción de su identidad profesional.
La
casi total ausencia de la autoridad docente ha traído como consecuencia, que
bastantes alumnos durante las clases presenten conductas inadecuadas, como es
el comer chucherías o escuchar música en su mp4 mostrando total desinterés
hacia las explicaciones y figura de su profesor, cuando no, interrumpiendo las
clases por su frecuente impuntualidad, llamando en voz alta a algún compañero,
haciendo comentarios inoportunos a voz en grito, levantándose de su sito sin el
permiso del profesor, enzarzándose con algún compañero dialéctica o
físicamente, e incluso humillando descaradamente a su profesor. Estas
situaciones, absolutamente habituales en muchas aulas durante las clases,
provocan un importante descontento en el profesorado, que llega a sentir miedo
o angustia.
En
lo que se refiere a la violencia interpersonal entre profesor-alumno, creo que,
hoy por hoy, es el profesor quien resulta, con diferencia, más perjudicado. Una
gran mayoría de profesores son buenos profesionales, y reciben en general
bastante peor trato de sus alumnos que el que ellos les prodigan. Y mientras esto
suceda, los profesores tendrán más dificultad en observar el maltrato que se
ejerce entre los propios alumnos (bullying).
No
existen prácticamente estudios acerca de esos maltratos que recibimos los
profesores por parte de nuestros alumnos; apenas se ha estudiado acerca de esa
violencia contra los docentes que parte de sus propios discípulos, aunque sin
duda, se incrementa día a día.
En
el Informe del Defensor al Profesor también se hacía una pregunta sobre conflictos
en los que los profesores resultasen ser “víctimas”. Se encontró que el tipo de
maltrato más frecuente sufrido por los profesores, eran insultos, rumores
dañinos hacia su persona (también en redes sociales), destrozar enseres, robo e
intimidación con amenazas, y con una frecuencia más baja (10 %), están las agresiones físicas directas.
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