La convivencia es para muchos escolares la asignatura más difícil en su centro educativo, donde en ocasiones se producen situaciones de abuso y de violencia entre iguales (Aznar Díaz, 2003).
A convivir se aprende, y este aprendizaje es necesario para ir configurando una sociedad más justa, solidaria, pacífica y democrática. Algunas propuestas que potencian este aprendizaje desde el centro escolar son:
- Implicar al alumnado en la elaboración de las normas del centro.
- Potenciar los equipos de mediación entre iguales y mixtos.
- Diseñar planes de tutoría que incluyan los conflictos y su resolución pacífica.
Para Vera (2003), uno de los objetivos fundamentales para los años venideros será el de aprender a convivir pacíficamente compartiendo proyectos comunes con otras personas en un mundo diverso y plural, en el que el derecho a la diferencia ha de ir unido a la necesidad de algunas normas mínimas relacionadas con la idea de la dignidad y los derechos humanos. La carencia de recursos para convivir en un mundo plural y cambiante, que nos somete a procesos de socialización divergentes, puede provocar un desfase humano en aquellas personas que no aprendan a adaptarse a esta dimensión del mundo actual.
Por todo ello, en palabras de Aznar y Fernández (2004), los valores que se consideran imprescindibles para lograr una convivencia realmente humana serían: la dignidad del ser humano, la libertad, la igualdad, el respeto activo, la solidaridad y el diálogo.
Para que la educación para la convivencia sea un hecho constatable en los centros educativos, el profesorado del centro debe caracterizarse por mantener ciertas actitudes como son:
- Escuchar las ideas de su alumnado y de los compañeros sin ningún tipo de prejuicio.
- Ser respetuoso con las actitudes y la forma de ser de los demás.
- No hacer comentarios despreciativos ante las opiniones de nuestro alumnado.
- Valorar las diferencias de todo tipo que se puedan dar dentro del aula, como algo positivo y enriquecedor.
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